
No voy a hacer balance del 2011. Ni voy a contar mis expectativas para el año nuevo. No tengo ilusiones, ni motivaciones. No tengo ni quiero regalos. No tengo ropa interior roja. Las uvas me han dejado de gustar. No he cantado villancicos ni estoy en un cotillón. No he comido polvorones, tampoco turrón. No he visto ninguna película navideña. En mi casa no puedes encontrar ningún detalle que recuerde que fecha es, más allá de una pandereta horrible en lo alto del espejo de escalera. A mi puerta no han llegado felicitaciones, ni cajas de bombones envueltas en lazos. Miento, si que ha llegado, pero no para mí. No tengo vestidos de gala, ni un "Quiero un 2012 contigo" en mi buzón de entrada. No me siento más generosa, ni bondadosa. No soy mejor hija, mejor nieta ni mejor amiga. Y sobrevivo. Sin amor, con poco dinero y con una amistad que me llena de dudas.
¿Qué quiero? Quiero a mi familia, a la de verdad. Quiero risas. Quiero series, pipas y nueces. Quiero criticar al mundo junto a vosotros. Quiero contarle todo a mamá, como cuando nos llevábamos 24 horas la una con la otra. Quiero que seas tú, mamá. Quiero ponerle caras a papá, que me diga que soy la más fea de la casa, que tengo la edad del pavo y que nunca voy a madurar. Que nos inventemos historias. No saques lo malo de ti, papá. Quiero resolver casos con mi hermano, sacar conclusiones e intrigarnos por cualquier cosa. Te digo lo mismo que a papá.
Con volver a eso yo me doy por satisfecha. Quizás no me garantice la felicidad, pero si las fuerzas para luchar por todo lo demás. Para luchar por lo que me merezco. Y abrir la puerta de mi habitación, y cambiar las baladas por el reggae, compaginaros, tener tiempo para todos. Tener ganas. Buscarme, encontrarme, valorarme, estudiarme, sentirme y que me sientan, entenderme...
Charlot
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