miércoles, 6 de febrero de 2013

Despierta, y a bailar.

Te escribo para guardarte, porque las palabras no cambian como lo hacen las personas. Te escribo para leerte acurrucada en la cama, cuando hasta poner un pie en el suelo me dé miedo. Mil veces. Y así poder mirarte sin prisas y contar los mil colores que entraña tu anatomía. Susurrarte alguna traducción de Shakespeare hasta que te dejes perder por el sueño. Seguir observándote. Una y otra vez. Grabar tu risa y usarla de tono de llamada. Pasar a la acción. Arañarte las entrañas por instinto animal y tirarte del cabello por puro vicio. Tú inerte, sin quejarte ni pensar que estoy loca. Porque solo eres palabras, porque surges de mis manos y porque yo llevo el control. Decido si quiero que despiertes, me sonrías y vayas a mear o si te sigo prefiriendo ahí, intacto, para seguir siendo mío en mis ratos muertos, que no son pocos ni están menos muertos que tú.

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