sábado, 16 de marzo de 2013


Tengo ganas de llorar.
Y no es que esté triste. Es que estoy viva.
Es que siento. Demasiado o demasiado poco.
Si alguien canta mirándome a los ojos, lloro.
Si un libro habla de Gizeh, lloro.
Si mi madre me coge de la mano, lloro.
También lloro cuando alguien me desea los buenos días con todo su amor.
O cuando el frío me impide pensar.
O cuando te pierdo.
Cuando te tengo sin tenerte.
Lloro cuando me quieres menos. O mejor.
Dios, hace tanto que no lloro.

1 comentario: