viernes, 29 de junio de 2012

Maneras de inventarse.


Cuando era pequeña mis padres me regalaron una chaqueta. No me agradó nada. En ella cabían tres como yo, por no hablar de su aspecto. Un gran exposición de cómo mezclar tejidos y colores a tutiplén. No entendía nada, me limitaba a reír de manera incrédula. Bah, dadme al perrito ya...Es un perrito, ¿verdad mamá?


Mira muñequita, esta chaqueta me la regaló tu abuelo el día antes de irme a servir a la Milicia. Ya te contaré otro día de qué se trata. En esa época nada me iba bien. Me sentía obligado, yo no quería ir, no me representaba. Además, mi espíritu revolucionario me alejó de mi familia, mis abuelos acababan de morir...Papá hizo algunas cosas malas por las que perdió a muchos amigos. Incluso mamá me odiaba por momentos.


En ese rincón nacionalista de Gerona, a mil kilómetros de casa, me sentía solo en el mundo. Con muchos seres queridos, pero con un orgullo que traspasaba los límites de la normalidad. El orgullo hace cobardes a las personas. Entonces, en las noches de soledad en las que el general no me requería y mis compañeros me regalaban intimidad, me dedicaba a escribirles cartas a todos. Pero, para no variar, no las mandaba; las guardaba en los bolsillos de la chaqueta. Al cabo de unos dos meses no cabían más, así que cogía cualquier trapo viejo y lo adhería a la prenda. Así podía continuar escribiendo. Lo primero que hice al volver a casa fue entregar todas las cartas. Desde entonces soy un hombre nuevo.


Aquí la tienes, la "chaqueta de los problemas". No quiero que la incluyas nunca en tu vestuario. Dios, es horrible, nada de eso. Quiero que la utilices para ser feliz. Cuando algún problema te impida ser tú misma, escríbelo y lo guardas en los bolsillos. Amistad, familia, estudios, trabajo, inseguridades...La chaqueta debe quedarse siempre en casa. Es decir, que cada vez que salgas al mundo lo hagas liberada de problemas, porque el mundo espera lo mejor de ti. Funciona, eh. Lo he utilizado durante veinte años.


Recuerdo que corrí a contárselo a mis amigas.
________________________________________________________


Es verano, y viviríamos desnudos en esta caldera de no ser porque lo hacemos en sociedad. Aun así, todo está bien. Mucha siesta, mucha fiesta. Que corra el aire y carpe diem. Baila conmigo esta noche y mañana tienes libertad para olvidarme. Pero "llega el puto invierno" y tienes las ideas tan congeladas que, inevitablemente, acudes a la chaqueta de los problemas y te arropas con ella durante inviernos enteros, hasta que alguien te enseña que el mayor calor se siente estando desnudo en pleno invierno. O hasta que te inventas otra ridícula forma de ser feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario