jueves, 14 de junio de 2012

Menos niebla y más agua.

La vida sigue, y a mí me gusta coleccionar billetes de trenes o autobuses y entradas de directos. Esos días de viviendo rápido para no pensar, porque, como dice Leiva, los veranos en ruta nos salvan otro año más. Porque las personas también tenemos que recargarnos y porque algunas nacimos con alma de grupi y ni los años nos hacen cambiar. Esa fan no tan fatal que pasa del sex, drugs and rock&roll, que se muere por los acústicos y que entra en éxtasis con alguna de esas voces privilegiadas que le rozan el alma.

El paso de una etapa a otra en la vida de una persona lo marcan sus circunstancias. Creía que esto ya había pasado a un segundo plano, que todas esas cosas por las que debía luchar no le eran muy compatible al fanatismo. Pero me equivocaba. Aunque ya tengo experiencia, y se supone que soy más madura, sigo estando perdida en el mismo lugar, en mis mismas coordenadas geográficas con locura bipolar y en el mismo hogar donde, no obstante, cada vez me siento más rara.

Ahora veo mis posters colgados y no sé si reemplazarlos por otros motivos más acordes con mi presente y futuro o seguir dando rienda suelta a la ilusión, hasta que el cuerpo aguante y el corazón vaya antes.

No tengo nada que perder, nada que hacer, nadie que me ame ni a quien amar (el resto de las cosas NO pueden esperar).

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