jueves, 1 de noviembre de 2012

1900

Cafés Richard os presentó. Él te comía con la mirada y a ti te ponía tan exhausta que, sin mediar palabra, abandonaste tu capuccino por compartir mesa con un desconocido que no tardaría en ser mucho más que eso. Lo pasabas bien, sin ni siquiera pensar que en ese momento comenzabas a romperte. Se convirtió en tu sensatez y madurez, en tu cabeza, pero cambiaste las faldas de encaje rosa por 14 centímetros de tacón y alguna que otra marca en la piel. Jugaste sucio y lo cambiaste por buscar tu adolescencia inexistente. Te encaminabas al precipicio sin chaleco salvavidas. Cuando el rímmel acostumbraba a fluir por el surco de tus lágrimas, ahí estaba el de los ojos pequeños y la sonrisa ladeada. No tenía mucho que ofrecer, pero te hacía cosquillas y te sacaba de casa en las noches de diluvio universal. Y luego el señor trajeado que te enseñó mundo y te hacía sentir una princesa, de hotel en hotel. Y más tarde, el chico del mapa en la puerta del Moulin Rouge...

Flechazo, sexo, relación, rutina, ruptura.

No te engañes, no los has querido. Estás condenada al fracaso. Formas parte de las 1900 historias que mueren cada día, mas no desistas, porque mientras París se siga encendiendo cada día por la energía que desprenden miles de personas agarradas de la mano, mientras tus expectativas de éxito superen los 330 metros de la Torre Eiffel, tendrás posibilidades de encontrar otra sombra que resulte ser tu mitad.

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