sábado, 2 de abril de 2016

Lo normal

Me da miedo la verdad
como quien teme aquello que está irrevocablemente destinado a no poseer.

La verdad me silba detrás del oído para que no me distraiga demasiado, pero me vuelvo y ¡joder! un "ya voy para casa", un "voy a dejar de hacerlo" o en el peor de los casos un "que sí, que te quiero" me sonríen con aspecto de ya sabes que no.

Aprendo a fingir que te creo (estamos destinados a ello, dice la canción). Pero sepan ahora todos los cobardes del mundo que más que mentirosos son asesinos, pues el alma no se recupera del tropiezo de tantas sonrisas que a los ojos de la sensibilidad son lágrimas como copos de nieve.

Y luego por creer ya no crees ni en ti misma. Un día te cogen la mano fuerte y te cuentan que el ciclo de la vida nos lo explicaron del revés, que lo mejor aún está por llegar, deseoso de mordernos a fuego lento. Claro, algo me lo creí, esos ojos escupían seguridad y conocimientos externos a todo lo que yo pudiese entender.

Siento deciros que no obré demasiado mal al cortarme el pelo a ras de la mandíbula, pues esa persona también mentía y se sentía orgullosa de ello (el ciclo de la vida sigue siendo como el del agua, como la centrifugadora, como la digestión).

Esta vez no lloré porque no alcanzó a tirarme de los pelos.

el problema es que
ha empezado el mes
de las almas y los poetas
si piensas que esto es un poema
estás muy mal
me está creciendo el pelo

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